Desde el primer minuto se vio qué partido veríamos. El Dépor sería el que llevaría la iniciativa, mientras que el Leganés, fiel a la filosofía de Garitano, se plantó bien sobre el césped, y gracias a los esfuerzos solidarios evitó el peligro blanquiazul.
De hecho, durante los primeros veinte minutos de partido no pasó gran cosa. Ni el Dépor, con sus ataques posicionales, metía en problemas al Leganés, ni los 'pepineros' hacían daño a la contra a su rival.
Pasado ese minuto, en el 22' el Leganés tuvo su mejor ocasión hasta el momento, un contragolpe clásico con cambios de banda que no terminó rematado por nadie, sino despejado por Rubén de puños.
Poco después, en el 24', casi en el único error defensivo del Leganés en todo el partido, llegó el gol del Dépor. Se equivocó al dar salida al balón, éste terminó en las botas de Emre Çolak, sublime en su vuelta a la titularidad.
El turco disparó desde la frontal, y el esférico sorprendió a Cuéllar. Metió las manos y dejó el balón muerto delante. Raúl García, confiado, no lo despejó con contundencia y en su lugar se la regaló a Adrián para que en plancha rematase de cabeza el que sería el 1-0.
El Dépor jugó sus mejores minutos entonces, poniendo en graves apuros al Leganés. Adrián quería el doblete, pero no lo encontró. Sobrevivió al temporal el Leganés, y pasó a la ofensiva hasta el descanso.
Pero el marcador no se movió. Garitano introdujo cambios al descanso, y suya fue la primera ocasión de la segunda parte, pero Szymanowski estaba en fuera de juego cuando recibió el balón de Gabriel Pires.
Pasaron los minutos y de nuevo, con más corazón que cabeza, el Leganés se fue al ataque, sin éxito una vez más. El Dépor logró tres puntos vitales, y dejó con un amargo sabor de boca al Leganés, que se marchó de Riazor con la sensación de haber podido hacer más.