Hasta este domingo, todo podía entrar entre lo normal. Según como se quisiese mirar. El equipo se iba acoplando a lo que quiere Benítez. Preocupaba cierta falta de gol, soliviantada por los resultados ante Machester City (4-1) e Inter (3-0) y se alababa su solidez defensiva (sólo dos goles encajados en siete encuentros, y uno de penalti).
Se vea como se vea, la incapacidad para llegar a la red en Oslo convierte la alerta en naranja.
En la primera parte, el Madrid se movió bien y llegó fluido al área. Danilo y Marcelo, sin obligaciones defensivas, pisaban la zona de peligro en cada ataque, Casemiro y Modric combinaban bien y mantenían el control, Jesé se desmarcaba con soltura... Pero faltaba el desequilibrio.
Ni Bale, en esa antinatural posición de mediapunta que ocupa en un equipo sin espacios, ni James, cuya actuación se quedó reducida a un selfie con un aficionado noruego, llamados a desatascar individualmente el choque, aparecieron. El Madrid se diluyó con los minutos, concediendo incluso una contra del conjunto noruego, que salvo Keylor en el mano a mano.
El costarricense será de los pocos ganadores del plantel de Benítez esta pretemporada. Llegue De Gea o no, Keylor ha dado de señas de poder aguantar el peso de la portería del Real Madrid. En Noruega, le llegaron una vez con mucho peligro y lo solucionó. Eso debería ser, para un portero en el Real Madrid, su día a día.
Frescura sin gol
Como viene acostumbrado el nuevo técnico, el Madrid cambió de cara paulatinamente en la segunda parte. Entre otros, Kroos y los jóvenes (Cheryshev, Lucas Vázquez, Asensio y Mayoral) dieron el relevo, buscando mover el árbol y la caída de un gol.
Acabaron en el área noruega, tirados por el ímpetu de la frescura de los que quieren demostrar rápido que desean permanecer. Gozó de un par de ocasiones Cheryshev y Mayoral, pero no cuajaron, ampliando todos ellos la duda de su validez como revulsivos en la segunda unidad de todo un Real Madrid.
Benítez afirmó en sus primeros días que el Madrid necesita mejorar en defensa. Lo ha hecho, lo ven los ojos y lo dicen los datos. Pero ha perdido pegada. También ha quedado patente. Le toca cambiar de tarea.