Setenta y una personas, incluyendo jugadores, el técnico, directivos y periodistas, murieron cuando el avión que trasladaba al Chapecoense a Colombia se estrelló el lunes por la noche en una zona montañosa, en la peor tragedia aérea del país sudamericano en más de dos décadas y la más grave para el fútbol brasileño.
Sólo seis personas, incluyendo tres jugadores, sobrevivieron. Los asistentes con camisetas, flores, globos y luces blancas, liberaron 71 palomas en memoria de las víctimas fatales.
Aunque los hinchas de Nacional vieron frustrada su ilusión de conseguir una victoria sobre el equipo brasileño y de conquistar un nuevo título internacional, llegaron a la misma hora del inicio del partido y llenaron las graderías del estadio Atanasio Girardot y sus alrededores.
El técnico, los jugadores y los dirigentes de Nacional salieron a la cancha con flores en sus manos para despedir simbólicamente al Chapecoense.
Muchos de los más de 40.000 asistentes, incluidos seguidores de otros clubes colombianos, lloraron durante el minuto de silencio y los himnos interpretados por una banda militar.
Helicópteros de la Fuerza Aérea Colombiana que participaron en las labores de rescate de las víctimas sobrevolaron el estadio durante la ceremonia.
Los forenses identificaron a las primeras 45 personas de las 71 que murieron al estrellarse el avión con el Chapecoense, mientras que grabaciones revelaron que el piloto reportó emergencia por falta de combustible y pidió desesperadamente permiso para aterrizar.
El accidente desintegró al Chapecoense, un modesto equipo que ascendió meteóricamente desde la cuarta división a la serie A en el 2014 y logró llegar a una final continental, pero que no pudo jugar el que habría sido el partido más importante de su historia.