El incompetente arbitraje de la Concacaf, el cual cada vez decae más en calidad y credibilidad, con los mismo actores de siempre, alcahueteado por la confederación para beneficiar a los que manejan el fútbol de esta zona y ceñido en boicotear el trabajo de los demás equipos; ese arbitraje, está vez dejó fuera a uno de sus grandes consentidos.
Este tema siempre ha afectado a muchos equipos del área como a Panamá, Costa Rica u Honduras, solo para poner ejemplos, pero la confederación ha hecho caso omiso a sus reclamos; sin embargo esta vez al afectar a uno de los equipos de la aristocracia de la zona, deben tomar cartas en el asunto en reformar el arbitraje para ver si de una vez por todas se deja de sufrir por esto y no llegar con el pensamiento de que en cada partido el referee va a ser protagonista e influir en el resultado.
Las pruebas sobran para argumentar que el arbitraje de la zona es pésimo y en reiteradas ocasiones busca favorecer en específico a dos actores: México y Estados Unidos, que son los oligarcas del fútbol Norteamericano, Centroamericano y del Caribe, siendo ellos los que han permitido que así de paupérrimo se mantenga y empeore para su propio beneficio. En la última jornada de la Hexagonal Final les salió el tiro por la culata y les dieron una cucharada de su propia medicina.
El mal arbitraje no es nuevo, en 1989 Costa Rica visitó a Estados Unidos en Missouri rumbo a Italia 90. El protagonista de ese partido fue el central hondureños Rodolfo Méndez quien le anuló un gol de cabeza a Héctor Marchena por una supuesta mano que solo el arbitro vio. Al final los nacionales perdieron el juego 1-0 y puso en peligro el primer lugar pues ambos al final empataron en puntos y solo el gol diferencia salvó a los costarricenses.
Dos polémicas arbitrales que beneficiaron a los estadounidenses han calado en el recuerdo de los ticos. El primero fue el gol que dejó fuera a la Tricolor de Sudáfrica 2010, cuando se imponían 2-1 en el estadio Memorial Francis y se estaba logrando la clasificación, el referee Benito Archundia repuso cinco minutos sobre el final y en la última jugada Estados Unidos logró el empate que eliminó a la nacional.
Un análisis hecho por el medio internacional reveló que en ese partido eliminatorio solo se perdieron tres minutos del tiempo efectivo de juego, lo que puso en grandes dudas la decisión del central mexicano.
La segunda polémica y que generó más furor en la afición costarricense fue la nevada en Denver en el 2013, donde a pesar de que las condiciones no era óptimas para el juego debido a la tormenta de nieve y la capa que se creó sobre el terreno, el central Joel Aguilar Chicas, ni el comisionado tomaron la decisión de suspender el juego pese a los reclamos del equipo tico.
Pero no solo Estados Unidos se ha visto beneficiado, México ha recibido sus ayudas como en la pasada Copa Oro del 2015, donde en los juegos por cuartos de final ante Costa Rica y posteriormente en la semifinal ante Panamá se les sancionó a favor dos penales que les permitió llegar hasta la final. Luego la misma Concacaf confesó que dichos penales fueron inexistentes y los afirmó como fallos arbitrales.
Estos son solo ejemplos de polémicas arbitrales, que se unen a lo sucedido el pasado 10 de octubre en Panamá para señalar directamente el bajo nivel del arbitraje en nuestra zona, el cual está afectando el desempeño de los equipos. En algunas ocasiones solo influyendo directamente en el resultado de un partido pero en otras dando al traste con el trabajo de una eliminatoria completa o la eliminación de equipos de torneos regionales.
Es el momento de parar la corrupción de intereses que existe en la confederación, en donde dos países acomodan las piezas para su conveniencia. El ejemplo más claro es el nuevo formato de la Liga de Campeones que la dividieron en dos fases, en la cual los equipos centroamericanos y caribeños se eliminan entre ellos, a manera de colador, para solo clasificar uno a la última fase, en la que los ocho clubes mexicanos y estadounidenses, acceden de manera directa para jugar solamente contra el campeón de cada país.
De esta manera se quitan de encima a los demás equipos que puedan darles una sorpresa, reducir las probabilidades de un campeón fuera de Norteamérica y evitar las eliminaciones prematuras de sus equipos consentidos. Así como lo hizo el Árabe Unido de Panamá, en la pasada edición, dejando fuera al Monterrey apenas en fase de grupos.
Esta eliminación de Estados Unidos ojalá les duela a esos dirigentes y pueda servir para que abran los ojos, hagan conciencia de la dirección en la que va este tema, el cual solo ha sido alcahueteado y respaldado para el beneficio y los intereses de unos pocos pero que debe definitivamente replantearse para el bien del nivel, reputación y credibilidad de la Concacaf.
Talvez sea el momento de incluir cambios para el bien de todos, que despierten a no seguir pensando en sus intereses. Si esto no mejora, aunque muchos se opongan, no quedará mejor elección y como dice el presidente de la FIFA: “Ha llegado la hora del VAR”.
