El Camp Nou vivió una de esas noches mágicas de Champions League, esas que no se viven siempre y demuestran porque el Fútbol Europeo es otro nivel de fútbol.
Con un primer tiempo volcado para los culés solo lograron concluir en dos ocasiones, pero la proeza aún era soñada por los catalanes.
La primera anotación llegó muy temprano, Luis Suarez a los tres minutos de juego anticipó a Kevin Trapp y terminó bañándolo para abrir los carteles en una noche que no sería normal.
La segunda anotación llegaría gracias a Kursawa, el lateral izquierdo cometería un autogol que daría alas a los azulgranas para creer en la remontada histórica. Primero, Don Andrés Iniesta se sacaría un taquito del sombrero, la bola quedaría suelta y el defensor parisino pondría en el fondo el balón al minuto 40 de la primera mitad.
El segundo tiempo nos daría muchas más emociones que el primero, como si fuera posible. Con un gol de “camerino” los españoles pusieron el 3x0, y pondrían el panorama muy favorable para los muchachos de Luis Enrique.
Un penal al minuto 50’, Neymar choca con Meunier que iba trastabillando, cae dentro del área, al principio el silbatero no decretaba la pena máxima, pero su asistente en la línea de fondo lo hizo cambiar de parecer y le abriría las puertas a Messi para que concretará el primero personal en el partido.
Al minuto 62’ ya todo parecía cocinado, parecía que el Paris Saint Germain había aguado todos los planes locales, una anotación de Edinson Cavani que pondría el 3x1 y obligaba al Barcelona a conseguir la victoria por 3 goles más para clasificar.
Ya parecía todo acabado, parecía que el PSG eliminaría al Barça en octavos de final de la Champions League, pero no, aparecería la noche mágica, aparecería ese equipo capaz de vencer la historia.
Al minuto 88’ Neymar levantaba la ilusión con un golazo de tiro libre, desde la esquina izquierda del área francés, imposible para Trapp que veía como caía su arco una vez más. Esta anotación pondría los ánimos a tope y tan solo tres minutos después, ¡penal!, ahora quién tomaría la responsabilidad sería el “11” catalán.
“Ney” definió a la izquierda de la portería, engañó a Trapp que se lanzó al lado contrario y veía como cada vez más lo imposible estaba por lograrse. A partir de ahora la propuesta era clara, todo o nada, gane hoy, pierda mañana.
Con todos sus hombres arriba, incluido Marc André Ter Stegen, los azulgranas buscaron la anotación que les diera la clasificación, primero un centro que buscó a Stegen, pero la defensiva blanca rechazaría.
El balón le quedaría a Neymar, una finta y un zurdazo, un centro a la espalda defensiva que Sergi Roberto se lanzaría sin miedo, metería el zapato izquierdo para desviar el balón y poner el canto de gol y las lágrimas en jugadores y aficionados.
El Barcelona logró lo impensable, lo increíble y eliminó a un PSG que fue a España “a meter el bus”, lo cual los locales aprovecharon para dejarlos en el camino por la lucha de “la orejona”.