Sin embargo, los ingleses se quedaron sin fuelle demasiado pronto. Ya fuera por la importancia del encuentro, por el pánico de ver cómo se esfumaban sus sueños mundialistas o por el hecho de que el plantel más inexperto del torneo se veía incapaz de alcanzar la cima por la vía rápida, lo cierto es que será un doloroso periodo de reflexión para este joven grupo de futbolistas.
Lo que no resultará tan complicado será recordar las cualidades de la nueva selección inglesa: este equipo, valiente hasta el punto de escribir su propia historia, ha dejado una huella indeleble. Se mostró letal en las jugadas a balón parado, desplegó un sistema moderno que realza sus virtudes y se demostró a sí mismo que es capaz de estar a la altura y de mantener la serenidad a la hora de leer los partidos. Su espíritu de equipo fue muy inspirador.
Por si fuera poco, los de Gareth Southgate batieron varios récords, entre ellos el de su triunfo por mayor diferencia en una Copa Mundial. Además, Harry Kane va camino de conquistar la Bota de Oro adidas con apenas 24 años. No obstante, este premio no consuela al capitán inglés, que salió de un vestuario hundido emocional y físicamente y buscó refugio en el pasado más reciente por primera y, seguramente, última vez.
“Esto demuestra que podemos estar aquí”, dijo Kane. “También demuestra que podemos ganar eliminatorias, que podemos llegar a semifinales. En los dos últimos años, el seleccionador y nosotros hemos sentado una base muy sólida sobre la que tendremos que seguir trabajando. Estamos orgullosos de lo que hemos conseguido, pero queremos más. Nos entristece no haberles podido regalar una final a los aficionados que estuvieron aquí y a los que están en casa”.
Al fin y al cabo, la hinchada fue una motivación para Inglaterra. Miles de aficionados festejaron el gol de libre directo de Trippier —el primero de un jugador inglés desde el tanto de David Beckham contra Ecuador en 2006—, y la sensación era que el país había redescubierto su inmensa pasión por el fútbol de selecciones, aletargada durante casi treinta años. Los aficionados permanecieron en las gradas hasta una hora después del partido, cantando y celebrando el nacimiento de una nueva era y el de un brillante porvenir.
Una Croacia muy fuerte para una Inglaterra con margen de mejora
Pero Croacia evitó que Inglaterra hiciera aquello que mejor se le da: cerró al máximo los espacios y las bandas, de manera que los laterales ingleses tuvieron que jugar más retrasados, siempre alerta de los posibles contragolpes croatas.
Y es que, en lugar de ir perdiendo fuerzas conforme avanzaba el encuentro, el equipo que había necesitado dos tandas de penales para acceder a las semifinales se fue haciendo cada vez más fuerte. La figura de Ivan Perisic fue creciendo poco a poco, Luka Modric marcó el ritmo en el centro del campo y, aunque Raheem Sterling le estaba ganando la partida a Dejan Lovren, la defensa croata estuvo muy bien plantada y taponó casi todos los disparos de los atacantes ingleses.
Esta Inglaterra tiene todavía mucho margen de mejora. Y no sólo acaba de escribir los primeros capítulos de su nueva historia, sino que además ha marcado el camino para la siguiente generación.